Filosofía mística - Kim Pérez

sábado, septiembre 09, 2006

Sistema

Voy a intentar poner en orden la realidad en torno a su centro. La realidad es diversa y debe contarse por tanto con esta diversidad.

La división fundamental es la que se da entre mundo interior y mundo exterior o, más precisamente, entre sujeto y objeto. El mundo interior del que hablo es exactamente el mío, para mí tan importante como el resto de la realidad, puesto que si fuera verdad que yo me extinguiera, todo se extinguiría para mí.

En mi interior está el infinito o mejor, el hueco del infinito, la sed de lo absoluto. Lo sé por mi experiencia en el deseo o la música.

Entre mi mundo interior y el mundo exterior hay una barrera infranqueable. Ni yo puedo situarme dentro de lo que hay fuera de mí, ni nadie de fuera puede entrar en mí.

Por analogía, sólo por analogía y por lo que tengo visto, supongo, pero sólo supongo, que los otros humanos sienten de modo similar al mío. No lo puedo comprobar, porque no puedo entrar en su pensamiento.

También por analogía ellos pueden suponer lo que hay en mí. Por tanto, de lo que estoy hablando no es sólo de mí, sino de todos los humanos.

O hay tantos centros de la realidad como humanos o más bien, a través de ese hueco se llega a un único centro de la realidad.

Pero también se alzan lazos entre una y otra parte, entre el sujeto y el objeto.

Del sujeto nace el amor hacia las realidades que están fuera de él, pero también la codicia, el odio… De la realidad objetiva llegan al sujeto condicionamientos como los que transforman nuestros pensamientos en ideología de los propios intereses objetivos, según descubrió Marx.

Pero ya he empezado a ordenar la realidad en torno a ese hueco de infinito que ocupa el centro de mi interioridad y parece que la de los que podemos hablar de eso, los humanos.

Está la interioridad, luego la barrera y luego la exterioridad, en la que lo más presente son los otros humanos y que se liga con mi interioridad por las diversas fuerzas que he mencionado antes.

El siguiente círculo estará formada por los vivientes en general cuya subjetividad es muy distinta de la mía, y el siguiente por la materia no viviente.

He ordenado en grandes líneas toda la realidad, de una manera curiosamente inversa a la secuencia temporal, puesto que en ésta se formó primero la materia, luego la vida, luego la conciencia y finalmente mi conciencia.