Descubrimientos filosóficos
Voy a intentar desarrollar esta parte de mi filosofía como consideración de descubrimientos, no como un comentario de descubrimientos anteriores.
No he descubierto la relación entre las matemáticas condicionantes y la materia condicionada, aunque comprenderla me haya impresionado por sus consecuencias. Tengo que limitarme a comentarla, como descubrimiento muy anterior a mí y esperar como máximo descubrir alguna consecuencia nueva.
En cambio, lo que sigue tengo la impresión de haberlo descubierto por mí misma, de que es un dato nuevo que aporto a la reflexión universal. Puede ser que alguien lo haya visto antes que yo y haya tomado conciencia de ello como yo, pero no he leído nunca una descripción de lo mismo.
Lo más singular que creo haber descubierto es el hecho de que “yo sea yo”. Preciso que se sabe de mucho antes que yo soy yo en el sentido de la reflexión consciente, es decir de que yo, sujeto del pensamiento, me vea a mí, como objeto del pensamiento. Esto es grande e insólito, pero no es a lo que me refiero, sino que lo digo en el sentido de significa que mi conciencia se encuentre a sí misma viviendo en un lugar determinado o con un cuerpo concreto, o sea, que esté aquí y no en otra parte, que tenga este cuerpo y no otro.
Lo puedo representar en el hecho asombroso de que yo pueda mover delante de mis ojos una mano que es la mía. Es que lo que me asombra es verme ubicada en una situacón material concreta, en un aquí y ahora, con una serie de determinaciones tales como mi familia, la forma de mis manos, las características de la especie, incluso ser un habitante de este planeta y no de otro.
Esta relación de que yo (sujeto, pensamiento) sea yo (cuerpo) aquí y ahora (en unas coordenadas concretas espaciotemporales) es asombrosa porque mi subjetividad es el centro de mi existencia, lo más importante para mí, algo casi transcendental como experiencia por su generalidad que lo abarca todo desde el punto de vista del conocimiento, y sin embargo veo que está limitada a una corta ventana temporal, en un océano en el que yo no era o no estaba y un océano en el que no seré o no estaré. Desproporción gigantesca entre lo único que existe para mí –yo- y mi pequeñez objetiva exigua entre las inmensas circunstancias que me envuelven.
Creo que mi descubrimiento está por lo menos en la insistencia sobre este punto. Las teorías que leo sobre la subjetividad suelen ser sólo sobre su contraposición a la objetividad, pero no insisten, como yo lo hago, en que lo que me interesa no es cualquier subjetividad, sino esta subjetividad.
Que por tanto es única. Yo sé que la experiencia de ser yo como yo lo soy es única, porque sólo yo soy yo. Insisto ahora en el predicado: sólo yo soy este yo, sólo yo estoy aquí, soy éste, soy esta subjetividad a la que le pasan cosas que sólo tienen que ver conmigo.
De cualquier otra subjetividad sólo puedo hablar por analogía. Supongo que cada cual experimenta en sí mismo una realidad análoga a la mía, pero distinta, puesto que él será él, no yo. Sólo yo soy yo significa también que otro no es yo, no está aquí y ahora, el tiempo que yo esté.
Ya puesto a observar esta condición de que yo sea yo, descubro que tiene propiedades insólitas. La mayor es que sólo yo puedo observarme por dentro. Nadie más tiene acceso a lo que veo en mí, ni yo puedo entrar a lo que supongo que ve otra persona Por eso, creo que ésta debe llamarse Subjetividad Absoluta.
Es incomunicable. Como nadie puede entrar en mí, en mi verdadera intimidad, no hay acceso objetivo a mí, y sin embargo soy una parte de la realidad, grande para mí y sin duda importante, puesto que es una visión o imagen única de toda la realidad. Tenemos instrumentos para ver el macrocosmos y el microcosmos, todo lo objetivo, pero no tenemos instrumentos para ver la realidad interior (con medios electrónicos sólo tenemos acceso a ver los signos físicos del contenido de nuestros pensamientos, pero no a nuestros pensamientos mismos, no mas que una sonrisa los puede indicar por fuera)
Pero tampoco podemos expresar más que una parte de nuestros pensamientos sobre nosotros mismos y no sin dificultades. El hecho de que frecuentemente no encontremos palabras para expresarlos es significativo.
Entonces, parte de mi descubrimiento consiste en que la Subjetividad Absoluta está encerrada en sí misma; el yo pensamiento está encerrado en sus condiciones materiales. El dolor físico extremo, el miedo, son experiencias en que querriamos escapar de nosotros mismos y nos vemos atrapados en este complejo yo-condición y yo-materia.
Nos sorprende ver entonces la fuerza de este encerramiento. No deja de resultar misteriosa la relación determinante entre yo como pensamiento y mis circunstancias, como si yo hubiese llegado para concretarme en una posición que no he podido decidir. De pronto, me he encontrado estando aquí y no en otro lugar, siendo éste y no otro, determinándose máximamente, espaciotemporalmente, mi capacidad de pensamiento abstracto y no particularizado.
Tengo que decir también que puede ser que esta manera de pensar sea la que me ha hecho transexual; o que puede que mi transexualidad sea lo que me haga hecho insistir en esta manera de pensar; no es exclusiva de las personas transexuales: también pueden llegar a ella las mujeres feas y los enfermos crónicos; todos quienes se sientan estupefactos al descubrir que ellos son ellos, es decir, que su mente consciente se encuentra determinada por unas condiciones materiales pasmosas en su fuerza
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