Quijotismo y castrismo
Hoy 26 de Julio, Aniversario de la Toma del Cuartel Moncada, quiero hacer una reflexión sobre el significado del castrismo, ahora remozado por el chavismo.
Demasiado hispanos para ser abstracta y ortodoxamente marxistas, creo que en ellos hay simplemente una aspiración a una vida dignamente humana, y orgullosa, que en nuestra cultura tiene como modelo literario a Don Quijote. Estoy por decir que para la Revolución cubana, el Quijote ha sido en la práctica más importante que "El Capital". No que el "Manifiesto comunista", pero sí que los análisis más teóricos y más equivocados. Para apoyar lo que digo, no en vano, la Revolución cubana ha hecho tiradas masivas del Quijote desde 1959, que yo sepa.
Se trata de obviar discusiones sobre lo supraestructural y lo infraestructural, teológicas en el fondo, y atenerse a lo directamente humano, se sitúe donde se sitúe, con una dimensión épica y colectiva que a pueblos más desgraciados se nos ha olvidado. Son idealistas, algo que llega a nuestro corazón y lo despierta, que nos recuerda los sentimientos más profundos que hemos aprendido, que parecen convertirse en esa retórica profunda y emotiva, que no es retórica porque es real: "Patria o muerte, venceremos". Son los únicos que hoy hablan de esa manera en nuestra lengua, porque tienen fundamento para creérselo.
Hay una épica en la lucha por la igual dignidad de todos los humanos en la práctica: iguales en el comer (o en el no comer), en la educación, en la sanidad y hay una épica más coyuntural en la lucha contra el Imperio cuyo ideal es el "money". Nos han vengado del "Maine", nuestros hijos peleones lo han hecho.
Pero el Quijote debe ser leído también como arma de crítica melancólica, la venganza de la realidad contra el ideal, aunque el ideal sobrevive, desnudo y flaco. La desorganización económica, el hambre o el buen apetito de los flaquitos del "período especial", la desigualdad de la casta política, la falta de libertades personales, la vigilancia de los comités de barrio... Eso se parece demasiado al amo de Andresillo volviendo a atarle al árbol y a apalearle en cuanto Don Quijote se aleja -del que Fidel Castro es ahora la viva figura. Estaba avisado en el Quijote.
¿Hay una solución para esta frustración? A mi entender, está en la tradición constitucionalista, bien establecida en los pueblos hispanos. Una vez definidos constitucionalmente los principios de la política económica, hechos irrenunciables dentro de ese orden comunista, puede haber una pluralidad de partidos que los defiendan crítica y democráticamente. Con eso se anula cualquier prepotencia personal y cualquier obstinación sin crítica que la corrija.
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