Filosofía mística - Kim Pérez

martes, noviembre 14, 2006

Gritos silenciosos



En la desesperación de la noche, cuando la angustia llega con lo negro, se sabe que sólo podemos llamar a Dios.

Contamos con que Dios exista para nosotros o necesitamos que exista y que nos oiga.

En la guerra, los italianos heridos y febriles llamaban: “mamma mia, mamma mia!”

No hay ninguna garantía de que este clamor fuera escuchado y si fue alguna vez misteriosamente oído, tampoco la hay de que la pobre madre pudiera calmar tanto sufrimiento.

Pero pongo este ejemplo a título negativo: porque no hay ningún humano que pueda colmar la angustia humana cuando se profundiza. Cualquier humanismo es ilusorio.