Absoluto y relativo
El término más adecuado para nombrar el punto donde debe de producirse la Unión es el de Absoluto, que forma un par semántico con Relativo.
Es semejante a los de la teología negativa, como Nirvana, que representa lo indecible y su contrapunto, Maya, pero mientras este segundo se traduce como el velo o la ilusión, lo que puede significar que no tiene sentido, lo Relativo es más positivo, pues su sentido es la relación con lo Absoluto.
Este término se puede considerar como sinónimo de Dios, pero es más descriptivo y, para el entendimiento cristiano de este nombre, menos antropomórfico, aunque favorece menos la relación personal con la realidad que designa.
Porque esta relación deriva directamente de la condición de relativo: yo soy una persona y por eso tengo una relación personal con lo Absoluto, basada en mi consciencia y mi libertad.
En esa relación se funda toda la ética, el par semántico de bien o mal, que lógicamente es relativo y expresa las fluctuaciones de la relación con lo Absoluto que, por serlo, está más allá del bien y del mal, lo mismo que el efecto de lo Absoluto sobre la consciencia que le es relativa está más allá del gozo y el dolor, en la gloria que los une y supera.
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