Tres verdades
Yo he encontrado en mi vida tres verdades que resisten toda contradicción. La primera, viene de la intuición sobre mi propia existencia, y se puede considerar análoga a la de Descartes, aunque se puede formular en otros términos más afinados; la segunda es la fuerza de las Matemáticas para organizar tendencialmente la materia, que viene de Pitágoras y Platón y ha sido desarrollada por Galileo, Newton y Heisenberg, y la tercera es la estructura dela Historia, articulada en infraestructura económica y superestructura cultural, descubierta por Marx.
El problema es cómo unir estas tres verdades y creo que se puede hacer en torno a la noción de Existencia.
Lo milagroso es que yo sea yo y la noción de que soy yo sólo se puede intuir o ver por dentro; se puede decir que existo, estoy aquí, siendo yo. Enseguida se advierte otro aspecto de esta realidad, `pues sólo yo soy yo. Yo soy una existencia única, rodeada de otras que no son yo en el sentido en que yo lo digo, aunque muchas de ellas puedan decir yo en su otro sentido.
Este planteamiento es análogo al de Descartes, que también vio su condición de ser él mismo referida naturalmente a una existencia distinta de la que yo veo, pero su desarrollo filosófico es distinto: no es que de verse pensando, un acto, se deduzca la existencia, un ser, sino que la existencia es un dato que se puede convertir en principio de toda la ordenación del pensamiento sobre lo existente, al dividirlo no en res cogitans y res extensa, sino en existencia subjetiva, yo vista desde mí, y existencia objetiva, para mí o frente a mí.
Entre lo existente objetivamente, sé que hay otros existentes que lo ven todo desde sí mismos, conscientes o no de sí mismos, y que por tanto son otras subjetividades análogas a la mía, pero las veo desde fuera, objetivamente, no las veo desde dentro.
También he aprendido de otros (Pitágoras, Platón, Galileo, Newton, Heisenberg) que existen las Matemáticas, como relación o razón exacta entre cantidades y también que hay o existe una materia, sea lo que sea, que las obedece tendencialmente e intenta ajustarse a ellas, sin conseguirlo del todo.
Así se dibuja una estructura segunda de lo existente: no ya una articulación entre lo subjetivo y lo objetivo, definiéndose primero lo subjetivo y luego lo objetivo, sino una articulación entre lo racional y lo material, en la que lo racional actúa como atractor de lo material y por tanto lo precede lógicamente en la existencia.
No es sólo que lo material sea la existencia básica sobre la que se construye la razón humana o subjetiva, lo que puede ser aceptado; es que más allá de lo material existe objetivamente una razón exacta que organiza tendencialmente la materia.
Por tanto, el materialismo no ha lugar en el sentido de que existe una racionalidad previa lógicamente a la materia porque tiene más fuerza que ella al configurarla atrayéndola hacia sí.
Finalmente, hasta ahora, he aprendido también paradójicamente de un materialista, Marx, que las relaciones de los humanos con la materia y entre sí se organizan históricamente, es decir, temporalmente, de acuerdo con una estructura tercera, que las divide en infraestructura económica y superestructura cultural.
De acuerdo con lo que he dicho hasta ahora, se trata de una estructura lógica que precede y rige a una clase de relaciones materiales y por tanto, al definirla como materialismo, Marx se contradijo.
Se puede reformular esta noción refiriéndola a las relaciones entre el conocimiento y la materia o, yendo más profundamente, a las relaciones o razones de a), lo existente como contenidos conceptuales subjetivos y b), lo existente como materialidad objetiva.
Por eso, aunque acepto en líneas generales esta estructura, tengo que dejar fuera de la superestructura cultural lo que procede de la intuición, como mi existencia como yo, y también la fuerza atractora y configuradora de lo racional sobre lo material. Por eso, no puedo hablar de materialismo histórico, sino de estructuralismo histórico.